La
luz que alumbra lo oscuro del modernismo
“Auto destrucción
innovadora”
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1978
En el
segundo capítulo el modernismo y la modernización del libro Lo sólido se desvanece en el aire, de Bermal Marshall
exponen los avances de Karl Marx en el modernismo.
Muchos
creen que sus aportes solo fueron para la modernización que divaga en la
economía y la política; pero aunque algunos críticos a través del tiempo han
expuesto que su colaboración no ha sido en los estudios culturales y que
contrasta con los postulados modernistas, de alguna manera él si tiene que ver
con esta dualidad.
Cabe
destacar que Marx podría arrojar una luz nueva a los rincones oscuros del
modernismo. En primera instancia todos creen
que Marx se empecinó por criticar a la sociedad burguesa, pero él inició
por alabarla, porque ellos ayudaron a que la sociedad se revolucionara.
Fueron
los burgueses los que cumplieron el sueño de intelectuales, poetas y artistas;
ya que iniciaron la construcción de pirámides modernas, como lo son las
fábricas, canales y maquinaria. Ellos lo inspiraban a disfrutar del proceso de
creación de materia y fantasías.
Lamentablemente
a la burguesía solo les interesa el dinero; por esto estaban creando grandes
abismos, en la que solo los mega conglomerados son estables y evolucionan, el
resto se estanca y no puede evolucionar. Marx buscaba una modernidad más plena
que subsanara los errores del modernismo clásico, en la que todos se
desenvolvieran libremente.
Por
esto, de tanto alabarla la enterró y expresó “que todo lo solido se desvanece
en el aire” porque los burgueses construían para destruir, recreando nuevamente
en forma rentable. Eran como magos que con un simple chasquido de dedos, se
vuelven violentos y destructivos. Seguidamente Marx empezó a transitar entre la
felicidad y el horror de la revolución. Él sabía que luchar contra la sociedad
burguesa no servía de nada, porque el crecimiento nos hace sentir vivos. La
revolución debe ser permanente en la vida, sociedad y en todo; todos deben
añorar el cambio.
Entonces
su lado espiritual, el que lo hacía ver de manera trágica el precio que le
imponían a la moral, arruinando la dignidad de los individuos, lo hacían desear
la unión obrera para superarse, la libertad de comercio para iniciar el cambio,
analizar las “aureolas” de las personas y concluía que nadie es tan puro;
explica la horrible verdad de que lo “sagrado es profanado” que todo gira en
torno al dinero y que la oposición es la que impulsa el capitalismo.
Finalmente
expone su posible sociedad comunista, en donde todos sean libres e iguales,
pero mucho tiene de capitalista. Pero el proceso que él plantea tardaría mucho
tiempo en poderse realizar y probablemente dure poco, podría tornarse violento,
contrario a sus creencias pacíficas. Aunque Marx constantemente revolviera la
realidad con lo que él deseaba, éste capítulo muestra que él también hablo del
arte, cultura y sensibilidad que hacen parte del modernismo.